Archivo de la categoría: Poetas de Europa

anhelo

Sin color, sin cuerpo
este cariño que vaga
disperso, apiñado,
una y otra vez disperso,
palpita sin embargo
en el bocado de la manzana,
en la incisión del higo,
en una cereza grana,
en el grano de un racimo.
Tanta Afrodita difusa por el aire
dará sed y palidez
a una boca y a otra boca
sin color, sin cuerpo.

Giorgos Seferis


receta para hacer el azul

Si quieres hacer azul,
agarra un trozo de cielo y mételo en una olla grande,
que puedas llevar al fuego del horizonte;
después mezcla el azul con sobras de rojo
de la madrugada, hasta que se deshaga;
vacía todo en un bacín bien limpio,
para que no quede nada de las impurezas de la tarde.
Finalmente, criba los restos de oro de la arena
del mediodía, hasta que el color se adhiera al fondo de metal.
Si quieres, para que los colores no se desprendan
con el tiempo, deposita en el líquido
un corazón de melocotón quemado.
Lo verás deshacerse, sin dejar señal de que alguna vez
allí lo pusiste; y ni el negro de la ceniza dejará restos de ocre
en la superficie dorada. Puedes, entonces, levantar el color
hasta la altura de los ojos, y compararlo con el azul auténtico.
Ambos colores te parecerán semejantes, sin que
puedas distinguir entre uno y otro.
Así lo hice yo, Abraham ben Judá Ibn Haim,
iluminador de Loulé y dejé la receta a quien quisiera,
algún día, imitar el cielo


Nuno Júdice
Portugal 1949


encuentro

Estuvimos paseando a través de los campos
en un vagón al amanecer.
Una herida rosa roja en la oscuridad.

Y de pronto una liebre atravesó la carretera.
Uno de nosotros la señaló con la mano.
Eso fue hace tiempos. Hoy ninguno de ellos está vivo,
Ni la liebre, ni el hombre que hizo el ademán.

Oh, amor mío, dónde están ellos, a dónde han ido?
El destello de una mano, la línea de un movimiento,
el susurro de los guijarros.
Pregunto no con tristeza, sino con asombro.

Czeslaw Milosz
Lituania, 1911-2004


agua

Si me invitaran
a crear una religión
usaría el agua.

Ir a la iglesia
implicaría cruzar un vado
y llegar a ropas secas, distintas;

mi liturgia utilizaría
imágenes de inmersión,
un furioso y devoto empapamiento,

y  levantaría hacia el este
un vaso de agua
donde la luz en cualquier ángulo
se congregaría hasta el infinito.

Philip Larkin


amor y caracoles

El día que tú quieras
me llamas y nos despedimos un poquito
compartimos el portal y nos hacemos
un nudo en la garganta,
unos de esos nudos que te dejan sin habla
de los que llenan el cuerpo de viernes y caracoles,
o si lo prefieres nos confiamos un secreto
y la pasión por Nicaragua,
el misterio de las 39 rosas rojas
y ese color que nunca tuvo la tristeza.
El día que tú quieras me atas a la cama y nos despedimos
de lo poéticamente correcto
y en lugar de escribir versos nos tatuamos un delirio
o dejamos pasar el tiempo y reventamos de utopía
este momento de carne, sudor y risas.
El día que tú quieras
mientras alguien intenta explicar este poema
nos casamos con la vida y engañamos al mundo
como el mundo engaña al hombre
y el hombre a los caracoles.

Uberto Stabile


dolor

No quiero que te vayas
dolor, última forma
de amar. Me estoy sintiendo
vivir cuando me dueles
no en ti, ni aquí, más lejos:
en la tierra, en el año
de donde vienes tú,
en el amor con ella
y todo lo que fue.
En esa realidad
hundida que se niega
a sí misma y se empeña
en que nunca ha existido,
que sólo fue un pretexto
mío para vivir.
Si tú no me quedaras,
dolor, irrefutable,
yo me lo creería;
pero me quedas tú.
Tu verdad me asegura
que nada fue mentira.
Y mientras yo te sienta,
tú me serás, dolor,
la prueba de otra vida
en que no me dolías.
La gran prueba, a lo lejos,
de que existió, que existe,
de que me quiso, sí,
de que aún la estoy queriendo.

Pedro Salinas


la mar surquemos…

Mirarte sólo en mi ansiedad espero,
sólo a mirarte en mi ansiedad aspiro,
y más me muero cuanto más te miro,
y más te miro cuanto más me muero.

El tiempo pasa por demás ligero,
lloro su raudo, turbulento giro,
y más te quiero cuanto más suspiro,
y más suspiro cuanto más te quiero.

Deja a tu talle encadenar mi brazo,
y, al blando son con que nos brinda el remo,
la mar surquemos en estrecho lazo.

Ni temo al viento ni a las ondas temo,
que más me quemo cuanto más te abrazo,
y más te abrazo cuanto más me quemo.

Salvador Rueda
1957-1933

 


la búsqueda

soñar un sueño imposible
cargar con la pena de las partidas
arder de una posible fiebre
irse a donde nadie va
amar hasta el desgarro
amar, incluso demasiado, incluso mal
intentar, sin fuerza y sin armadura
alcanzar la estrella inaccesible
esa es mi búsqueda
seguir la estrella
poco me importa mi suerte
poco me importa el tiempo
o mi desesperación
y después, luchar siempre
sin preguntas ni descanso
condenarse por el oro de una palabra de amor
yo no sé si seré ese héroe
pero mi corazón estará tranquilo
y los pueblos se salpicarán de azul
por un desgraciado…
arde todavía, aunque esté todo quemado
arde todavía, incluso demasiado, incluso mal
para alcanzar a acuartelarse
para alcanzar la estrella inaccesible

Jacques Brel


hay noches

En la isla a veces habitada de lo que somos,
hay noches, mañanas y madrugadas
en que no necesitamos morir.
En ese momento sabemos todo lo que fue y será.
El mundo se nos aparece explicado definitivamente
y entra en nosotros una gran serenidad,
y se dicen las palabras que la significan.
Levantamos un puñado de tierra
y la apretamos en las manos. Con dulzura.
Allí está toda la verdad soportable:
el contorno, la voluntad y los límites.
Podemos en ese momento decir que somos libres,
con la paz y con la sonrisa de quien se reconoce
y viajó alrededor del mundo infatigable,
porque mordió el alma hasta sus huesos.
Liberemos sin apuro la tierra
donde ocurren milagros como el agua, la piedra y la raíz.
Cada uno de nosotros es en este momento la vida.
Que eso nos baste.

José Saramago


aniversario

Porque son ya seis años desde entonces,
porque no hay en la tierra, todavía,
nada que sea tan dulce como una habitación
para dos, si es tuya y mía;
porque hasta el tiempo, ese pariente pobre
que conoció mejores días,
parece hoy partidario de la felicidad,
cantemos, alegría!

Y luego levantémonos más tarde,
como domingo. Que la mañana plena
se nos vaya en hacer otra vez el amor,
pero mejor: de otra manera
que la noche no puede imaginarse,
mientras el cuarto se nos puebla
de sol y vecindad tranquila, igual que el tiempo,
y de historia serena.

El eco de los días de placer,
el deseo, la música acordada
dentro en el corazón, y que yo he puesto apenas
en mis poemas, por romántica;
todo el perfume, todo el pasado infiel,
lo que fue dulce y da nostalgia,
no ves cómo se sume en la realidad que entonces
soñabas y soñaba?

La realidad, no demasiado hermosa,
con sus inconvenientes de ser dos,
sus vergonzosas noches de amor sin deseo
y de deseo sin amor,
que ni en seis siglos de dormir a solas
las pagaríamos. Y con
sus transiciones vagas, de la traición al tedio,
del tedio a la traición.

La vida no es un sueño, tú ya sabes
que tenemos tendencia a olvidarlo.
Pero un poco de sueño, no más, un si es no es
por esta vez, callándonos
el resto de la historia, y un instante
mientras que tú y yo nos deseamos
feliz y larga vida en común, estoy seguro
que no puede hacer daño.

Jaime Gil de Viedma


abrasarse

 
 
Díselo a una persona sabia o quédate en silencio,
porque el hombre ordinario se burlará en el acto.
Celebro lo que vive de verdad,
lo que anhela abrasarse hasta la muerte…

Y si no has tenido esta experiencia
-morir y así crecer-
no eres más que un huésped aturdido
sobre la oscura tierra.

Goethe
Frankfurt -1749-1832
 
 


visiones

Los profetas describen lo que vieron en visiones…
con sus órganos imaginativos e inmortales.
Un espíritu y una visión no son,
como supone la filosofía moderna,
un nuboso vapor, o una nada:
se hallan organizados y articulados meticulosamente,
más allá de lo que pueda producir la naturaleza
mortal y perecedera.
Quien no imagina rasgos más fuertes y mejores,
y bajo una luz más fuerte y mejor
que la de su ojo perecedero,
no imagina en absoluto.

William Blake


imaginación

El árbol que mueve algunos a lágrimas de felicidad,
en la mirada de otros no es más que un objeto verde
que se interpone en el camino.

Algunas personas ven la naturaleza
como algo ridículo y deforme, pero para ellos
no dirijo mi discurso; y aun algunos pocos
no ven en la naturaleza nada en especial.

Pero para los ojos de la persona de imaginación,
la naturaleza es imaginación misma.
Así como un hombre es, ve. Así como el ojo es formado,
así es como sus potencias quedan establecidas.

William Blake


Qué pena

 
¡Qué pena ésta de hoy!
Haberlo dicho todo,
volcando por completo
lo que pesaba tanto,
y ver luego que todo
se queda siempre dentro,
que las palabras fueron
espejos engañosos,
cristales habitados
por fantasmas sin vida;
que todo queda dentro
con sus negras presencias,
insistentes, doliendo.
 
Manuel Altolaguirre
Málaga  1905 -1959
 
 
 
 

me tiraste un limón

 
Me tiraste un limón, y tan amargo,
con una mano cálida, y tan pura,
que no menoscabó su arquitectura
y probé su amargura sin embargo.
Con el golpe amarillo, de un letargo
dulce pasó a una ansiosa calentura
mi sangre, que sintió la mordedura
de una punta de seno duro y largo.
Pero al mirarte y verte la sonrisa
que te produjo el limonado hecho,
a mi voraz malicia tan ajena,
se me durmió la sangre en la camisa,
y se volvió el poroso y áureo pecho
una picuda y deslumbrante pena.

Miguel Hernández
Orihuela – 1910-1942


amor oscuro

 
Amor oscuro
Si para ti fui sombra
cuando cubrí tu cuerpo,
si cuando te besaba
mis ojos eran ciegos,
sigamos siendo noche,
como la noche inmensos,
con nuestro amor oscuro,
sin límites, eterno…
Porque a la luz del día
nuestro amor es pequeño.
 
Manuel Altolaguirre
Málaga  1905 -1959
 
 

insomne

 
Cuando te acuerdes de mi cuerpo
y no puedas dormir
y te levantes medio desnuda
y camines a tientas por tus habitaciones
borracha de estupor y de rabia

en algún lugar de la Tierra
yo andaré insomne por algún pasillo
careciendo de ti toda la noche
oyéndote ulular muy lejos y escribiendo
estos versos degenerados.

Félix Grande

España – 1937 -2010 
 
 

para toda la muerte

 

He caído tantas veces que el aire es mi maestro;
tengo en la mano el aire que nunca nos olvida,
si nuestro amor fue siempre como una despedida,
cuando todo termine quedará lo más nuestro.

Ya he empezado a morir para aprender a verte
con los ojos cerrados. Así será mejor,
para toda la vida no basta un solo amor,
tal vez el nuestro sea para toda la muerte.

Luis Rosales
España, 1910-1992

 


tristísima ceniza

 

De aquel trueno, de aquella
terrible llamarada
que creció ante mis ojos,
para siempre ha quedado,
confundido con el aire,
un polvo de odio, una
tristísima ceniza
que caía y caía
sobre la tierra, y sigue
cayendo en mi memoria,
en mi pecho, en las hojas
del papel en que escribo.

José A. Goytisolo 
(España, 1928-1999)

 

 

 


el enemigo

Nos mira. Nos está acechando.
Dentro de ti, dentro de mí, nos mira.
Clama sin voz, a pleno corazón.
Su llama se ha encarnizado
en nuestro oscuro centro.
Vive en nosotros. Quiere herirnos.
Entro dentro de ti. Aúlla, ruge, brama.
Huyo, y su negra sombra se derrama,
noche total que sale a nuestro encuentro.
Y crece sin parar. Nos arrebata
como a escamas de octubre el viento.
Mata más que el olvido.
Abrasa con carbones inextinguibles.
Deja devastados días de sueños.
Malaventurados los que le abrimos
nuestros corazones.

José Hierro

España- 1922-2002

tu calle

 
Te están echando en falta tantas cosas.
Así llenan los días instantes
hechos de esperar tus manos,
de echar de menos tus pequeñas manos,
que cogieron las mías tantas veces.

Hemos de acostumbrarnos a tu ausencia.
Ya ha pasado un verano sin tus ojos
y el mar también habrá de acostumbrarse.
Tu calle, aún durante mucho tiempo,
esperará delante de tu puerta
con paciencia, tus pasos.
No se cansará nunca de esperar:
nadie sabe esperar como una calle.
Y a mí me colma esta voluntad
de que me toques y de que me mires,
de que me digas qué hago con mi vida,
mientras los días van, con lluvia o cielo azul,
organizando ya la soledad.
 
Joan Margarit
Cataluña  1938
 
 

faros en la noche

Intento seducirte en el pasado.
Las manos al volante y esta luz
de club nocturno del tablier me dejan
-fantasía invernal- bailar contigo.
 
Detrás de mí, igual que un gran camión,
el mañana hace ráfagas de luces.
No lo conduce nadie y me adelanta,
pero ahora tú y yo viajamos juntos
y el coche puede ser el dos caballos
de los años sesenta hacia París.
"Je ne regrette rien" canta Edith Piaf.
Bajo la ventanilla, entra la noche
fria de la autopista, y el pasado
se aproxima de cara, velozmente:
cruza y me ciega sin bajar las luces.
 
Joan Margarit
Cataluña – 1938
 

como un trapo

 

Diciembre es esta imagen
de la lluvia cayendo con rumor de tren,
con un olor difuso a carbonilla y campo.
Diciembre es un jardín, es una plaza
hundida en la ciudad,
al final de una noche,
y la visión en fuga de unos soportales.

Y los ojos inmensos
—tizones agrandados—
en la cara morena de una cría
temblando igual que un gorrión mojado.
En la mano sostiene unos zapatos rojos,
elegantes, flamantes como un pájaro exótico.

El cielo es negro y gris
y rosa en sus extremos,
la luz de las farolas un resto amarillento.
Bajo un golpe de lluvia, llorando, yo atravieso,
innoble como un trapo, mojado hasta los cuernos.

Jaime Gil de Biedma
Barcelona – 1929-1990

 


la cicatriz

 
Habernos conocido
un otoño en un tren que iba vacío;
La radiante, aunque cruel
promesa del deseo.
La cicatriz de la melancolía
y el viejo afecto con el que entendemos
los motivos del lobo.
La luna que acompaña al tren nocturno
Barcelona-París.
Un cuchillo de luz para los crímenes
que por amor debemos cometer.
Nuestra maldita e inocente suerte.
La voz del mar, que siempre te dirá
dónde estoy, porque es nuestro confidente.
Los poemas, que son cartas anónimas
escritas desde donde no imaginas
a la misma muchacha que un otoño
conocí en aquel tren que iba vacío.
 
Joan Margarit
Cataluña  1938
 


despues de la lluvia

 
Un tiempo cansado y triste
se entierra en mi corazon.
Ella soy yo. Ella está
dentro de mí contemplando
estos relucientes campos,
sintiendo el olor profundo
que viene desde la tierra.
Enfangado me detengo
a contemplar la profunda
cebada verde esmeralda.
Pero el corazón me pesa
como el barro en los zapatos

Joan Margarit
Cataluña  1938

 
 

recuerda

 
Recuerda cuando aún desconocías
que la vida no tendría piedad contigo.
Amor y tiempo: el tiempo nos habita
como arena del río que, despacio,
va cambiando la forma de la costa.
El amor, que ha copiado en tu mirada
la claridad de la isla del tesoro.
Sensual, solitaria, rodeada
por la sonora senectud del mar
y gritos militares de gaviotas.
El sueño clandestino
de los cincuenta años.

Joan Margarit
Cataluña  1938

 
 

este beso

 

Ahora me pregunto si es que toda la vida
hemos estado aquí. Pongo, ahora mismo,
la mano ante los ojos —qué latido
de la sangre en los párpados— y el vello
inmenso se confunde, silencioso,
a la mirada. Pesan las pestañas.

No sé bien de qué hablo. ¿Quiénes son,
rostros vagos nadando como en un agua pálida,
éstos aquí sentados, con ojos vivientes?
La tarde nos empuja a ciertos bares
o entre cansados hombres en pijama.

Ven. Salgamos fuera. La noche. Queda espacio
arriba, más arriba, mucho más que las luces
que iluminan a ráfagas tus ojos agrandados.
Queda también silencio entre nosotros,
silencio
y este beso igual que un largo túnel.

Jaime Gil de Biedma
Barcelona – 1929-1990

 


sueño y recuerdo

 

Tardan las cartas y son poco
para decir lo que uno quiere.
Después pasan los años, y la vida
(demasiado confusa para explicar por carta)
nos hará más perdidos.
Los unos en los otros, iguales a las sombras
al fondo un pasillo desvayéndonos,
viviremos de luz involuntaria
pero sólo un instante, porque ya el recuerdo
será como un puñado de conchas recogidas,
tan hermoso en sí mismo que no devuelve nunca
las palmeras felices y el mar trémulo.

Porque sueño y recuerdo tienen fuerza
para obligar la vida,
aunque sean no más que un límite imposible.
Si este mar de proyectos
y tentativas naufragadas,
este torpe tapiz a cada instante
tejido y destejido,
esta guerra perdida,
nuestra vida,
da de sí alguna vez un sentimiento digno,
un acto verdadero,
en él tu estarás para siempre asociado 
No te habremos perdido.

Jaime Gil de Biedma
Barcelona – 1929-1990

 


mi querida

 
La que ayer fue mi querida
va sola entre los cantuesos.
Tras ella, una mariposa
y un saltamonte guerrero.

Tres veredas:
mi querida, la del centro.
La mariposa, la izquierda.
Y el saltamonte guerrero,
saltando, por la derecha.

Rafael Alberti
Cádiz (1902-1999)

 
 
 
 

lo que nos queda

Lo que nos queda palpita
en lo mismo que nos damos.
Allí detrás de los besos,
de las miradas, del gozo,
sin forma están y seguros,
gozos, besos y miradas,
esperados, esperando.
Con cada abrazo le nace
un nuevo ser a otro abrazo.
El beso que se termina
otro se pide a sí mismo,
y en su dichoso expirar
le siente ya madurando.
Darme, darte, darnos, darse!
No cerrar nunca las manos.
No se agotarán las dichas,
ni los besos, ni los años,
si no las cierras. No sientes
la gran riqueza de dar?
La vida nos la ganaremos siempre
entregándome, entregándote

Pedro Salinas
Madrid – 1892-1951

 
 

cartas de amor

 
Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
-esta flecha de sombra-
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.
Caerán los años. Te cansarán los libros.
Descenderás aún más
e, incluso, perderás la poesía.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que habrás guardado
serán tu última literatura.
 
Joan Margarit
Cataluña  – 1938
 
 

domingo

 

Porque son ya seis años desde entonces,
porque no hay en la tierra, todavía,
nada que sea tan dulce como una habitación
para dos, si es tuya y mía;
porque hasta el tiempo, ese pariente pobre
que conoció mejores días,
parece hoy partidario de la felicidad,
cantemos, alegría!

Y luego levantémonos más tarde,
como domingo. Que la mañana plena
se nos vaya en hacer otra vez el amor,
pero mejor: de otra manera
que la noche no puede imaginarse,
mientras el cuarto se nos puebla
de sol y vecindad tranquila, igual que el tiempo,
y de historia serena.

El eco de los días de placer,
el deseo, la música acordada
dentro en el corazón, y que yo he puesto apenas
en mis poemas, por romántica;
todo el perfume, todo el pasado infiel,
lo que fue dulce y da nostalgia,
¿no ves cómo se sume en la realidad que entonces
soñabas y soñaba?

La realidad —no demasiado hermosa—
con sus inconvenientes de ser dos,
sus vergonzosas noches de amor sin deseo
y de deseo sin amor,
que ni en seis siglos de dormir a solas
las pagaríamos. Y con
sus transiciones vagas, de la traición al tedio,
del tedio a la traición.

La vida no es un sueño, tú ya sabes
que tenemos tendencia a olvidarlo.
Pero un poco de sueño, no más, un si es no es
por esta vez, callándonos
el resto de la historia, y un instante
—mientras que tú y yo nos deseamos
feliz y larga vida en común—, estoy seguro
que no puede hacer daño.

Jaime Gil de Biedma
Barcelona – 1929-1990


a solas

 

A solas con tu imagen,
cada cual se conoce por este sentimiento
de cansancio, que es dulce
como un brillo de lágrimas
que empaña la memoria de estos días,
esta extraña semana.
Y el mal que nos hacemos,
como el que a ti te hicimos,
lo inevitablemente amargo de esta vida
en la que siempre, siempre,
somos peores que nosotros mismos,
acaso resucite un viejo sueño
sabido y olvidado.
El sueño de ser buenos y felices.
 

Jaime Gil de Biedma
Barcelona – 1929-1990

 


lo que ha perdido

 
Una clara conciencia de lo que ha perdido,
es lo que le consuela. Se levanta
cada mañana a fallecer, discurre por estancias
en donde sórdamente duele el tiempo
que se detuvo, la herida mal cerrada.
Dura en ningún lugar este otro mundo,
y vuelve por la noche en las paradas
del sueño fatigoso… Reino suyo
dorado, cuántas veces
por él pregunta en la mitad del día,
con el temor de olvidar algo!
Las horas, largo viaje desabrido.
La historia es un instante preferido,
un tesoro en imágenes, que él guarda
para su necesaria consulta con la muerte.
Y el final de la historia es esta pausa.
 
Jaime Gil de Biedma
Barcelona – 1929-1990
 

amor más poderoso que la vida

 
La misma calidad que el sol de tu país,
saliendo entre las nubes:
alegre y delicado matiz en unas hojas,
fulgor de un cristal, modulación
del apagado brillo de la lluvia.
 
La misma calidad que tu ciudad,
tu ciudad de cristal innumerable
idéntica y distinta, cambiada por el tiempo:
calles que desconozco y plaza antigua
de pájaros poblada,
la plaza en que una noche nos besamos.

La misma calidad que tu expresión,
al cabo de los años,
esta noche al mirarme:
la misma calidad que tu expresión
y la expresión herida de tus labios.

Amor que tiene calidad de vida,
amor sin exigencias de futuro,
presente del pasado,
amor más poderoso que la vida:
perdido y encontrado.
Encontrado, perdido…

Jaime Gil de Biedma
Barcelona – 1929-1990

 


afán

 
Afán para no separarme de ti, por tu belleza,
lucha por no quedar en dónde quieres tú,
aquí en los alfabetos, en las auroras, en los labios.
Ansia de irse dejando atrás anécdotas, vestidos, caricias,
de llegar atravesando todo lo que en ti cambia,
a lo desnudo y a lo perdurable.
Y mientras siguen dando vueltas y vueltas, entregándose,
engañándose, tus rostros, tus caprichos y tus besos,
tus delicias volubles, tus contactos rápidos con el mundo,
haber llegado yo al centro puro, inmóvil, de ti misma,
y verte cómo cambias, y lo llamas vivir,
en todo, en todo si, menos en mí,
dónde te sobrevives.
 
Pedro Salinas
Madrid – 1892-1951
 


besarnos

 

Besarse, mujer,
al sol, es besarnos
en toda la vida.
Asciende los labios,
eléctricamente
vibrantes de rayos,
con todo el furor
de un sol entre cuatro.

Besarse a la luna,
mujer, es besarnos
en toda la muerte:
descienden los labios,
con toda la luna
pidiendo su ocaso,
del labio de arriba,
del labio de abajo,
gastada y helada
y en cuatro pedazos.

Miguel Hernández
Orihuela – 1910-1942
 

iré

Iré, cuando la tarde cante, azul, en verano,
herido por el trigo, a pisar la pradera;
soñador, sentiré su frescor en mis plantas
y dejaré que el viento me bañe la cabeza.

Sin hablar, sin pensar, iré por los senderos:
pero el amor sin límites me crecerá en el alma.
Me iré lejos, dichoso, como con un niño,
por los campos , tan lejos como el gitano vaga

 
Arthur Rimbaud

Francia – 1854-1891
 
 
 

en el invierno

 
En el invierno viajaremos en un vagón de tren
con asientos azules.
Seremos felices. Habrá un nido de besos
oculto en los rincones.
Cerrarán sus ojos para no ver los gestos
en las últimas sombras,
esos monstruos huidizos, multitudes oscuras
de demonios y lobos.
Y luego en tu mejilla sentirás un rasguño.
un beso muy pequeño como una araña suave
correrá por tu cuello.
Y me dirás: «¡búscala!», reclinando tu cara
-y tardaremos mucho en hallar esa araña,
por demás indiscreta.
 
Arthur Rimbaud
Francia – 1854 -1891
 
 

irreductible

 
Tu corazón, una naranja helada
con un dentro sin luz de dulce miera
y una porosa vista de oro: un fuera
venturas prometiendo a la mirada.

Mi corazón, una febril granada
de agrupado rubor y abierta cera,
que sus tiernos collares te ofreciera
con una obstinación enamorada.

Ay, qué acometimiento de quebranto
ir a tu corazón y hallar un hielo
de irreductible y pavorosa nieve!

Por los alrededores de mi llanto
un pañuelo sediento va de vuelo
con la esperanza de que en él lo abreve

 
Miguel Hernández
Orihuela – 1910-1942
 
 

luna llena

 
Noche blanca en que el agua cristalina
duerme queda en su lecho de laguna,
sobre la cual redonda llena luna
que ejército de estrellas encamina.

Vela, y se espeja una redonda encina
en el espejo sin rizada alguna;
noche blanca en que el agua hace de cuna
de la más alta y más honda doctrina.

Es un rasgón del cielo que abrazado
tiene en sus brazos la Naturaleza;
es un rasgón del cielo que ha posado

y en el silencio de la noche reza
la oración del amante resignado
sólo al amor, que es su única riqueza.

Miguel de Unamuno
España 1864 – 1931

 
 

no pudimos ser

 

No pudimos ser. La tierra
no pudo tanto. No somos
cuanto se propuso el sol
en un anhelo remoto.
Un pie se acerca a lo claro.
En lo oscuro insiste el otro.
Porque el amor no es perpetuo
en nadie, ni en mí tampoco.
El odio aguarda su instante
dentro del carbón más hondo.
Rojo es el odio y nutrido.
El amor, pálido y solo.
Cansado de odiar, te amo.
Cansado de amar, te odio.
Llueve tiempo, llueve tiempo.
Y un día triste entre todos,
triste por toda la tierra,
triste desde mí hasta el lobo,
dormimos y despertamos
con un tigre entre los ojos.

Miguel Hernández
Orihuela – 1910-1942
 

los cuerpos

 
Los cuerpos se quedaban
del lado solitario del amor
como si uno a otro
se negasen sin negar el deseo
y en esa negación
un nudo más fuerte que ellos mismos
indefinidamente los uniera.
Qué sabían los ojos y las manos,
qué sabía la piel, qué retenía un cuerpo
de la respiración del otro, quién hacía nacer
aquella lenta luz inmóvil
como única forma del deseo?
 
Angel Valente
Galicia- 1929-2000
 
 
 
 
 
 

sin tu estrella

 
Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos..

No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando nardos y agostando hinojos.

No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.

Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,
que en ti principia, amor, y en mí termina.

 
Miguel Hernández
Orihuela – 1910-1942
 
 

llueve

 
En esta tarde llueve, y llueve pura
tu imagen. En mi recuerdo el día se abre. Entraste.
No oigo. La memoria me da tu imagen sólo.
Sólo tu beso o tu lluvia cae en recuerdo.
Llueve tu voz, y llueve el beso triste,
el beso hondo,
beso mojado en lluvia. El labio es húmedo.
Húmedo de recuerdo el beso llora
desde unos cielos grises
delicados.
Llueve tu amor mojando mi memoria.
y cae y cae. El beso
al hondo cae. Y gris aún cae
la lluvia
 
Vicente Aleixandre
Sevilla -1898 – 1984
 

entre tu casa y mi casa

 
Entre tu casa y mi casa
hay un muro de silencio,
de ortigas y de chumberas,
de cal, de arena, de viento,
de madreselvas oscuras
y de vidrios en acecho.
Un muro para que nunca
lo pueda saltar el pueblo
que anda rondando la llave
que guarda nuestro secreto.
Y yo sé bien que me quieres
Y tú sabes que te quiero!
Y lo sabemos los dos
y nadie puede saberlo.

Ay, pena, penita, pena
de nuestro amor en silencio
Ay, qué alegría, alegría,
quererte como te quiero

 
Rafael de León
Sevilla – 1908 – 1982
 

tu cuerpo

Tu cuerpo puede
llenar mi vida,
como puede tu risa
volar el muro opaco de la tristeza.
Una sola palabra tuya quiebra
la ciega soledad en mil pedazos.
Si tu acercas tu boca inagotable
hasta la mía, bebo
sin cesar la raíz de mi propia existencia.
Pero tú ignoras cuánto
la cercanía de tu cuerpo
me hace vivir o cuánto
su distancia me aleja de mí mismo
me reduce a la sombra.
Tú estás, ligera y encendida,
como una antorcha ardiente
en la mitad del mundo.
No te alejes jamás:
Los hondos movimientos
de tu naturaleza son
mi sola ley.
Retenme.
Sé tú mi límite.
Y yo la imagen
de mí feliz, que tú me has dado.
 
Angel Valente
Galicia- 1929-2000
 

yo escribía palabras

 
Luego del despertar
y mientras aún estabas
en las lindes del día
yo escribía palabras
sobre todo tu cuerpo.
Luego vino la noche y las borró.
Tú me reconociste sin embargo.
Entonces dije
con el aliento sólo de mi voz
idénticas palabras
sobre tu mismo cuerpo
y nunca nadie pudo más tocarlas
sin quemarse en el halo de fuego.
 

Angel Valente
Galicia- 1929-2000
 
 
 
 


quién podría

 
Un torso de mujer desnudo en el espejo
como fragmento de un desconocido amor.
Y ahora quién podría
descifrar este signo,
reconstruir lo nunca ya después vivido,
reanimar, exánime, el adiós.

Ángel Valente

España- 1929 -2000
 
 
 

como un girasol

 
 
El amor es una compañía.
Ya no sé andar solo por los caminos
porque ya no puedo andar solo.
Un pensamiento visible
me hace andar más deprisa
y ver menos, y al mismo tiempo
gustarme mucho el ir viéndolo todo.
Incluso su ausencia
es algo que está conmigo.
Y me gusta tanto
que no sé cómo desearla.

Si no la veo, la imagino
y soy fuerte como los altos árboles.
Pero, si la veo, tiemblo,
no sé qué se hace
de lo que siento en su ausencia.
Todo yo soy una fuerza
que me abandona.
Toda la realidad mira hacia mí
como un girasol
con su cara en el medio.

 
Fernando Pessoa
Lisboa – 1888-1935