Archivo de la categoría: Poetas Argentinos

así como no podemos…

Así como no podemos sostener mucho tiempo una mirada,
tampoco podemos sostener mucho tiempo la alegría,
la espiral del amor,
la gratuidad del pensamiento,
la tierra en suspensión del cántico.
No podemos ni siquiera sostener mucho tiempo
las proporciones del silencio
cuando algo lo visita.
Y menos todavía cuando nada lo visita.
El hombre no puede sostener mucho tiempo al hombre,
ni tampoco a lo que no es el hombre.
Y sin embargo puede soportar el peso inexorable
de lo que no existe.
Cada uno tiene su pedazo de tiempo. Cada uno tiene
su pedazo de tiempo
y su pedazo de espacio,su fragmento de vida
y su fragmento de muerte.
Pero a veces los pedazos se cambian
y alguien vive con la vida de otro
o alguien muere con la muerte de otro.
Casi nadie está hecho tan sólo con lo propio.
Pero hay muchos que son nada más que un error:
están hechos con los trozos totalmente cambiados.

Las distancias no miden lo mismo.
Las distancias no miden lo mismo de noche y de día.
A veces hay que esperar la noche
para que una distancia se acorte.
A veces hay que esperar el día.
Por otra parte la oscuridad o la luz
teje de tal manera en ciertos casos el espacio
y sus combinaciones que los valores se invierten:
lo largo se vuelve corto,
lo corto se vuelve largo.
Y además, hay un hecho:
la noche y el día no llenan igualmente el espacio,
ni siquiera totalmente.
Y no miden lo mismo las distancias llenas
y las distancias vacías.
Como tampoco miden lo mismo
las distancias entre las cosas grandes
y las distancias entre las cosas pequeñas.

Roberto Juarroz


el otro viaje…

No solo a la vejez te lleva el tiempo.
Otro viaje te aguarda.
Has llegado a la tierra donde se ven morir las religiones.
Compartes con el árbol ese placer perdido:
Una extraña ciudad ha venido a rodearte.
Sólo la habitan dioses que la tarde ha exiliado.
Caminas por las calles que sobre ti han caído.
Descubres que la fruta fue un dios al mediodía;
que es un dios que se extingue la primera fogata;
que las hojas son formas sutiles de los rezos;
que viviste rodeado de dioses que ignorabas.
Pero nacieron para ser eternos.
No vieron en la luz secretas despedidas,
ni besaron las puertas de las fugaces danzas.
Mendigo es quien encuentra aquello que no busca
y la mujer que amaste ya no es miedo ni espera,
sino un dios que se ha muerto,
sino una extraña lluvia que solo se recuerda
cuando un aroma cruza tu callada memoria.
Los días son las naves con que el tiempo te aleja.
Has llegado a esa tierra.
Puedes beber en lagos aquello que no vuelve.
Comprendes que los seres comparten con el fuego
el transformarse en dioses para poder morir.
No solo a la vejez te lleva el tiempo:
Otro viaje te aguarda.
Lo que creías el viento es un rito que huye,
una música extraña donde habita lo eterno
y el universo un templo,
abandonado y bello.

Eduardo Álvarez Tuñón


drama nocturno

El niño duerme y en su frente pura
son los bucles de humo vaporoso y dorado
y en la mano de rosas asegura
el sonajero de reir cansado.
En la alcoba infantil, como en un nido,
cubierta con el ala la pensativa frente
el Angel de la Guarda se ha dormido
más la luz de sus ojos dulcemente
atraviesa los párpados y el ala.

Como un río de seda el silencio resbala
En la estancia contigua
como sabe que nadie puede oirlo
el cucú del reloj canta la antigua
canción que en Nuremberg cantaba un mirlo.

De pronto salta un duende por la abierta ventana
y trota hacia el espejo con trote de ratón
tiene los pies de lana
y en la mano un pedazo de carbón
adopta una postura lo más ceremoniosa
ante el espejo, luego se hace un guiño
y rie con su risa feliz de anciano niño
que le llena de hoyuelos las mejillas de rosa

Después en la pared más ancha de la alcoba
con el trazo infantil de su carbón dibuja
una imponente bruja cabalgando en su escoba
Una bruja que tiene feas patas de cabra
y un mochuelo posado sobre el hombro:
y ríe locamente pensando en el asombro
que va a tener el niño cuando los ojos abra.

Más ya despertó el Ángel y en vuelo de paloma
ha llegado hasta el duende que asustado lo mira:
con sus dedos de plata por el cuello lo toma
y sobre el césped del jardin lo tira…
Y sonríen sus labios con sonrisa indulgente,
mirando huir al duende con la mano en la gorra…

Entorna la ventana suspira dulcemente
y con el ala blanca la bruja negra borra.

Conrado Nalé Roxló
1898-1971

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en una noche

En una noche que debió ser de lluvia
o en el muelle de un puerto tal vez inexistente
o en una tarde clara, sentado a una mesa sin nadie,
se me cayó una parte mía.
No ha dejado ningún hueco.
Es más: pareciera algo que ha llegado
y no algo que se ha ido.
Pero ahora,
en las noches sin lluvia,
en las ciudades sin muelles,
en las mesas sin tardes,
me siento de repente mucho más solo
y no me animo a palparme,
aunque todo parezca estar en su sitio,
quizá todavía un poco más que antes.
Y sospecho que hubiera sido preferible
quedarme en aquella perdida parte mía
y no en este casi todo
que aún sigue sin caer.

Roberto  Juarroz.


Corazón Libre


Te han sitiado corazón y esperan tu renuncia,
los únicos vencidos corazón, son los que no luchan.
No los dejes corazón que maten la alegría,
remienda con un sueño corazón, tus alas malheridas.

No te entregues corazón libre, no te entregues.
No te entregues corazón libre, no te entregues.
Y recuerda corazón, la infancia sin fronteras,
el tacto de la vida corazón, carne de primaveras.

Se equivocan corazón, con frágiles cadenas,
más viento que raíces corazón, destrózalas y vuela.
No te entregues corazón libre, no te entregues.
No te entregues corazón libre, no te entregues.

No los oigas corazón, que sus voces no te aturdan,
serás cómplice y esclavo corazón, si es que los escuchas.
No te entregues corazón libre, no te entregues.
No te entregues corazón libre, no te entregues.

Adelante corazón, sin miedo a la derrota,
durar, no es estar vivo corazón, vivir es otra cosa.
No te entregues corazón libre, no te entregues.
No te entregues corazón libre, no te entregues.

Rafael Amor


nunca sabré…

Nunca sabré por qué tu lengua entró en mi boca
cuando nos despedimos en tu hotel
después de un amistoso recorrer la ciudad
y un ajuste preciso de distancias.

Creí por un momento que me dabas
una cita futura,
que abrías una tierra de nadie, un interregno
donde alcanzar tu minucioso musgo.
Circundada de amigas me besaste,
yo la excepción, el monstruo,
y tú la transgresora murmurante.

Vaya a saber a quién besabas,
de quién te despedías.
Fui el vicario feliz de un solo instante,
el que a veces encuentra en su saliva
un breve gusto a madreselva
bajo cielos australes.

Julio Cortázar


el futuro

Y sé muy bien que no estarás.
No estarás en la calle,
en el murmullo que brota de noche
de los postes de alumbrado,
ni en el gesto de elegir el menú,
ni en la sonrisa que alivia
los completos de los subtes,
ni en los libros prestados
ni en el hasta mañana.

No estarás en mis sueños,
en el destino original
de mis palabras,
ni en una cifra telefónica estarás
o en el color de un par de guantes
o una blusa.
Me enojaré amor mío,
sin que sea por ti,
y compraré bombones
pero no para ti,
me pararé en la esquina
a la que no vendrás,
y diré las palabras que se dicen
y comeré las cosas que se comen
y soñaré las cosas que se sueñan
y sé muy bien que no estarás,
ni aquí adentro, la cárcel
donde aún te retengo,
ni allí fuera, este río de calles
y de puentes.
No estarás para nada,
no serás ni recuerdo,
y cuando piense en ti
pensaré un pensamiento
que oscuramente
trata de acordarse de ti.

Julio Cortázar


el amor no tendrá frío

Sí, mi amiga, estamos bien, pero tiemblo
a pesar de esas llamas dulces contra junio…
Estamos bien… sí…
Miro una danzarina en su martirio, es cierto,
con los locos brazos, ay, negando la ceniza
y el crepúsculo íntimo…
Estamos bien… Cummings que se va, muy pálido,
al país que nunca ha recorrido,
mientras Debussy enciende el suyo, submarino…
Estamos bien… Pero tiemblo, mi amiga, de la lluvia
que trae más agudamente aún la noche
para las preguntas que se han tendido como ramas
a lo largo de la pesadilla de la luz,
con la vara que sabes y la arpillera que sabes,
en las puertas mismas, quizás, de la poesía y de la música…
Estamos bien, sí mi amiga, pero tiemblo de un crimen…
Cuándo, cuándo, mi amiga, junto a las mismas bailarinas del fuego,
cuándo, cuándo, el amor no tendrá frío?

Juan Ortiz


mi voz está en su sitio

Mi voz está en su sitio
el corazón sabe algo más porque me duele
por eso digo:
terrible oficio
es repartir equivocadamente los abrazos
y que el alma viva entre perros hambrientos
uno de mis errores
fue creer que todos éramos hermanos
y ahora
no se le puede cambiar el horizonte a la nostalgia
hay que olvidarse de las viejas sonrisas
y andar con el dolor a cuestas
para que sirva definitivamente
nunca dije
mi lágrima fue grande
sufrí
no me quisieron
cada uno conoce su dolor
y sabe de qué manera hablarle a la desgracia
que venga la vida y me golpee
de nada vale cerrar los ojos
un hombre dormido
es un dolor que descansa
es duro el amor cuando se niega
un día sin embargo recuesta sus abrazos
apoya su misterio en mi cabeza
y me lleva a vivir al primer piso de un incendio
no comparo
simplemente doy mi fruto
y espero
la semilla más humilde
puede brotar el fuego o la hermosura
si estoy acorralado entre dos besos
decido acurrucarme al pie de mi corazón
y sueño
soy triste hasta los zapatos
a la hora del té
mi alegría se sienta y llora conmigo
pero sostengo que un día
aunque el amor sea el hermano implacable de la lluvia
de mi casa a tus ojos
no habrá naufragios.

Roberto Jorge Santoro


contra las bestias del olvido

Ya que navegas por mi sangre
y conoces mis límites,
y me despiertas en la mitad del día
para acostarme en tu recuerdo
y eres furia de mi paciencia para mí,
dime qué diablos hago,
por qué te necesito,
quien eres, muda, sola, recorriéndome,
razón de mi pasión,
por qué quiero llenarte solamente de mí,
y abarcarte, acabarte,
mezclarme en tus cabellos
y eres única patria
contra las bestias del olvido.

Juan Gelman

no hay mas que sentarse y esperar


cuando todo el mundo se iba

Y cuando todo el mundo se iba
y nos quedábamos los dos
entre vasos vacíos y ceniceros sucios,

qué hermoso era saber que estabas
ahí como un remanso,
sola conmigo al borde de la noche,
y que durabas, eras más que el tiempo,

eras la que no se iba
porque una misma almohada
y una misma tibieza
iba a llamarnos otra vez
a despertar al nuevo día,
juntos, riendo, despeinados.

Julio Cortázar

.
azul


disección

Cuando abro de un tajo mi cuerpo
con furiosa sed de bucanero
suelo encontrar algunos tesoros
esperando el momento preciso
de saltar hacia afuera para darse a la fuga.

Así, una vez expuestas las vísceras
y los circuitos nerviosos,
una vez apartados los órganos y todo el cablerío,
puedo extraer los más fantásticos arcones
abollados por el tiempo y la desidia.

Por ejemplo, una ventana ciega pero siempre abierta
por donde solía escaparme en los veranos;
una estrella de cartón señalando
el centro de alguna improbable
ceremonia pagana y guitarrera;
dos vagones de un tren que siempre
está partiendo hacia algún sitio
y una piedra en las vías demorando el viaje;

la palabra nunca, agrietada por la culpa;
el recuerdo de aquello que todavía no ocurrió
pero que alguien planea minuciosamente cada noche;
los tres naipes marcados de una indefectible decisión final.

Otras veces, las menos,
cuando el tajo con que abro mi piel y mis cerrojos
deja a la vista el milagro de mi estirpe,          
suelo sacar de mis adentros a mí mismo
con un gesto de fingida sorpresa,
con un grito rojo de innominable pena,
con las manos llenas de sangre
y la boca abierta como una ballena herida.

Entonces, simplemente me miro a los ojos
y lloro con una desabrigada congoja
buscando el paraíso que no habré de encontrar,
que perdí para siempre o que no tuve nunca.

Raimundo Rosales

 


entre tantos oficios

Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío,
como un amo implacable
me obliga a trabajar de día, de noche,
con dolor, con amor,
bajo la lluvia, en la catástrofe,
cuando se abren los brazos de la ternura o del alma,
cuando la enfermedad hunde las manos.

A este oficio me obligan los dolores ajenos,
las lágrimas, los pañuelos saludadores,
las promesas en medio del otoño o del fuego,
los besos del encuentro, los besos del adiós,
todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre.

Nunca fui el dueño de mis cenizas, mis versos,
rostros oscuros los escriben
como tirar contra la muerte.

Juan Gelman


humilde

Humilde como el voto del creyente,
bendito como el ángel de mi guarda,
tímido, solitario, romancesco,
fe y esperanza. 
Como tú, virginal y sin mancilla,
como yo, visionario y entusiasta,
era el amor que te ofrecí; inocente,
como mi alma.Ignoto, como ráfaga perdida,
ardiente, como lágrima callada,
torcido, desolado, borrascoso,
amor de paria.

Triste como el destello de la luna,
solo, como la luna solitaria,
es el recuerdo de ese amor maldito,
como mi alma.

Almafuerte



quien dijo?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed,
hasta aquí el agua?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire,
hasta aquí el fuego?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor,
hasta aquí el odio?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre,
hasta aquí no?

Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.

Juan Gelman


de la luz

El mundo es un pensamiento
realizado de la luz.
Un pensamiento dichoso.
De la beatitud, el mundo
ha brotado. Ha salido
del éxtasis, de la dicha,
llenos de si, esta tarde,
infinita, infinita,
con árboles y con pájaros
de infancia ¿de qué infancia?
¿de qué sueño de infancia?

J L Ortiz


epitafio

Un pájaro vivía en mí.
Una flor viajaba en mi sangre.
Mi corazón era un violín.

Quise o no quise. Pero a veces
me quisieron. También a mí
me alegraban: la primavera,
las manos juntas, lo feliz.

Digo que el hombre, debe serlo!

(Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.)

Juan Gelman


la tarde

Al promediar la tarde de aquel día,
cuando iba mi habitual adiós a darte,
fue una vaga congoja de dejarte
lo que me hizo saber que te quería.

Tu alma, sin comprenderlo, ya sabía…
Con tu rubor me iluminó al hablarte,
y al separarnos te pusiste aparte
del grupo, amedrentada todavía.

Fue silencio y temblor nuestra sorpresa;
mas ya la plenitud de la promesa
nos infundía un júbilo tan blando,

que nuestros labios suspiraron quedos…
Y tu alma estremecíase en tus dedos
como si se estuviera deshojando.

Leopoldo Lugones
Argentina 1874-1938


amor

Amor se fue; mientras duró
de todo hizo placer.
Cuando se fue
nada dejó que no
doliera.

Macedonio Fernández
Buenos Aires 1874-1952



a un general

 
 
Región de manos sucias de pinceles sin pelo
de niños boca abajo de cepillos de dientes

 
Zona donde la rata se ennoblece
y hay banderas inhumanas y cantan himnos
y alguien te prende, hijo de puta,
una medalla sobre el pecho
 
Y te pudres lo mismo 
 
Julio Cortázar
 
 
 

obra de Mauro Nizzero


una carta de amor

 
Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo

como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,

todo eso es tan poco
yo lo quiero de vos porque te quiero.

Que mires más allá de mí,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,

y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de la libertad.

 
Julio Cortázar.
Argentino -1914-1984
 

un poeta


Un poeta –un lobo sin cartel–
no muestra sus cartas,
no baraja de nuevo, no escancia vinos
que no es capaz de beber.
Es un animal procaz
que no ve detrás de las ventanas
sino más allá de las rejas,
un espectro sordo
que no dominasu carga de ilusión
y se entrega a ella hasta ser destruido.
Un poeta –un punto azul sobre la mesa–
no mira para ver
sino para abrir los ojos.
.
Cristián Aliaga
Darragueira -1962

solo

 
Solo,
con mi esqueleto,
mi sombra,
mis arterias,
como un sapo en su cueva,
asomado al verano,
entre miles de insectos
que saltan,
retroceden,
se atropellan,
fallecen;
en una delirante actividad sin rumbo,
inútil,
arbitraria,
febril,
idéntica a la fiebre
que sufren las ciudades.
Solo,
con la ventana
abierta a las estrellas,
entre árboles y muebles que ignoran mi existencia,
sin deseos de irme,
ni ganas de quedarme
a vivir otras noches,
aquí,
o en otra parte,
con el mismo esqueleto,
y las mismas arterias,
como un sapo en su cueva
circundado de insectos.

Oliverio Girondo

Buenos Aires  -1891-1967
 
 

siempre empezó a llover

 
En la mitad de la película,
la flor que te llevé tenía
una araña esperando entre los pétalos.

Creo que lo sabías
y que favoreciste la desgracia.
Siempre olvidé el paraguas
antes de ir a buscarte,
el restaurante estaba lleno
y voceaban la guerra en las esquinas.

Fui una letra de tango
para tu indiferente melodía.

 
Julio Cortázar
Argentino- 1914-1984
 
 
 
 

ya no

 
Qué vanidad imaginar
que puedo darte todo, el amor y la dicha,
itinerarios, música, juguetes.
Es cierto que es así:
todo lo mío te lo doy, es cierto,
pero todo lo mío no te basta
como a mí no me basta que me des
todo lo tuyo.

Por eso no seremos nunca
la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar
que sólo en la aritmética
el dos nace del uno más el uno.

Por ahí un papelito
que solamente dice:
siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.

Y este fragmento:
la lenta máquina del desamor
los engranajes del reflujo
los cuerpos que abandonan las almohadas
las sábanas los besos

y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo
ya no mirándose entre ellos
ya no desnudos para el otro
ya no te amo,
mi amor.

Julio Cortázar
Argentino- 1914-1984
 
 

copos de nieve

 
Copos de nieve al viento,
caen desde su ahora,
caen sobre su aquí.

Cuando no hay ayer, cuando
hoy es olvido,
no hay con qué imaginar mañanas:
hay sólo lo que siempre hay,
hay este estar naciendo.

Hugo Mujica
Buenos Aires – 1942

 
 

andrógino

 
Tuve un segundo encuentro en el Tuyú,
junto al mar que bramaba como un toro
y en cierto mediodía de salitre.
Acostado en las algas vi el Amor,
doble y uno en su forma de andrógino admirable:
la parte del Varón ( crines y bronces)
y la de la Mujer (plumas y rosas)
buscaban la unidad en un abrazo
de dos metales puestos en crisol.
Y digo que, a mi vista, la región de la hembra
se iba trocando en la región del macho
y la del macho en la de la mujer,
las crines y las plumas en fusión,
los bronces y las rosas confundidos,
hasta no ser ni el macho ni la hembra,
sino los dos en uno y en ninguno.
Con el primer encuentro se puede hablar de Amor:
con el segundo nace la Erótica infinita.
Leopoldo Marechal
Buenos Aires – 1900-1970
 

tu silencio

 
Ser buzo y descender hasta la gruta
de tu silencio,
donde se tuercen los corales rojos
de las mordientes ansias y el deseo
es una forma negra, tentacular, sin ruido,
con cien ojos de acecho…
Ah, no me digas nada, ni la palabra antigua
ni las canciones que ha mordido el tiempo!

Silencio en las albercas de tus ojos,
en tus caricias largas, en tus besos

Que se duerma en tus labios
una gran mariposa de silencio…

Leopoldo Marechal
Buenos Aires – 1900-1970

 
 

la luz que fui

 
Aunque el cielo no tenga ni una estrella
y en la tierra no quede casi nada,
si un destello fugaz queda de aquella
que fue maravillosa llamarada,

me bastará el fervor con que destella,
a pesar de su luz medio apagada,
para encontrar la suspirada huella
que conduce a la vida suspirada.

Guiado por la luz que inmortaliza,
desandaré mi noche y mi ceniza
por el camino que una vez perdí,

hasta volver a ser, en este mundo
devuelto al corazón en un segundo,
el fuego que soñé, la luz que fui.

Francisco Luis Bernárdez
Buenos Aires – 1900-1978

 
 

vuelvan

 
 
A los que han declinado su corazón
y retornan de las ahogadas habitaciones
con la boca en cenizas,
a los que están desterrados
y no sabiendo
participan sin júbilo del mundo,
a ellos, mis parientes,
yo les digo:
vuelvan de la torpe provincia,
dejen en la puerta las palabras oscuras,
entren conmigo a la casa del fuego.
 
Rodolfo Godino

Córdoba- 1936
 
 
 
 

este juego feroz

 
Inesperadamente,
el tigre se despierta.
Ve a su presa desnuda.
La olfatea, se acerca,
juega con ella, mordisquea
su piel, su largo pelo
y va a lanzarse ya sobre ese cuerpo
que lo exalta,
mas se detiene y ama
el manantial de formas,
esa perfecta síntesis del mundo.

Otro momento más,
otra caricia cruel, feliz,
hasta que al fin, en celo, con las zarpas
ardientes, salta sobre la carne
dulcísima, anhelada.
Y lentamente la devora
y es de él hasta el fin
de ese momento
en que ella vuelve a recobrarse.

Así, los dos libramos
noche a noche
este juego feroz, maravilloso.

 
Félix Gabriel Flores
Córdoba – 1923
 

la vida

La vida se revuelve como un niño loco
para soplarme el corazón.
Pero yo tengo un lugar en la tarde,
un lugar de vientos detenidos,
en donde todo estaría muerto
si no estuviera así.

La vida se ha caído como un hueso trasijado
para ahuecarme el corazón.
pero yo tengo un hueco sin padre ni madre,
de vidrio sin vidrio,
en donde los charcos se detienen como éxtasis
y todas las niñas del mundo
se enamorarían por primera vez.

La vida se ha comido las estrellas,

desahuciadas y rotas,
y se ha clavado en microscopios
y se malsangra en carteles
para encorvarme el corazón.

Pero yo tengo un horizonte sin bocas
y un suavecer sin horizontes
y un deletreo de latidos
para morirme en corazón.

Roberto Juarroz
Buenos Aires -1925-1995
 
 
 

tu nombre

 
Afila sus lisuras la palabra
cuando anuncia tu nombre.
Y se desgajan las escorias
que el tiempo acumula
en el desmoronamiento de la súplica.
La memoria
resume las instancias
del viaje
y se arrebuja en salto
hacia la radical novedad
que te antecede.
Todo a tus pies
entonces
recupera sus contornos.
Todo lo que no ha muerto
de osadía
Osvaldo Pol
Tancacha (Córdoba) – 1935

incorruptible

 
Usa rostros cambiantes
lo que desea tu oscurecimiento,
lo que quiere uncirte
a la flamante realidad.
Ella brota del ojo
gobernando un breve paraíso,
espejo que entrega al amo        
sólo su ansiosa imagen.
Lo que no eres, lo que te elude,
lo que serás
no flota en esa versátil,
hambrienta dama.
Ningún pacto 
con la bestia de misión oscura 
te llevará a ti mismo
ni al seno del poema:
aguarda a que él descienda y vuele
porque su tránsito
te hace incorruptible
Rodolfo Godino
San Francisco (Córdoba)-1936 
 

recémonos

 
Siempre me dije:
Ahora y aquí.
No mañana.
No nunca.

Muérdame tu amor,
tus dientes sin paz,
labios del bien o del mal,
cólera o ternura,
besémonos y recémonos.
Ahora y siempre
echémonos del paraíso!

 

Marcelo Masola

Córdoba – 1915 -1984 
 


cuando llegas

 
Cuando llegas, nadie te anuncia,
aún oscurece piedra y piedra la tarde
y apaga arriba o halcón o paloma,
sus animales de fuego.

Y los árboles ya son objetos de la noche.    
Todo cicatriza, como un párpado;
damos la espalda al cielo.

Pero tú abres puertas,
te instalas y desnudas,
e inicias, en los declives de la sombra
—fijo planeta, rara diosa—,
el esplendor de la mujer y el rocío.

 
Alejandro Nicotra
Sampacho (Córdoba) – 1931 
 
 

amarillos

 
Amarillos limones aparecen
entre las hojas de las plantas
y un silencio fragante
los rodea en el tímido patio.

Un pájaro que no se ve
canta sobre la tapia
ilusa de fulgores.
Corre el agua inasible
desde alguna canilla lejana

Este lugar de siempre
es ahora el encierro
de un tempestuoso pecho
bajo el dominio amante del sol.

Aquí comer el pan,
beber el vino,
son actos religiosos.

Hay un sumiso cosmos
en la soledad de esta casa,
y en medio de las plantas,
los curiosos limones
asoman entre las hojas
y atisban
el invisible contorno.

 

Félix Gabriel Flores
Córdoba – 1923
 
 


esos hombres

 
Me gustan esos hombres que armonizan con el viento.
Los que llueven sobre sí mismos
o caminan dibujando constelaciones.
Los capaces de silbar con burbujitas
o arrojarse de un amor en movimiento
y subirse a otro a otro a otro.

Me gustan esos hombres cavernosos y parcos,
con las marcas de la vida en las entrañas.
Los de manos calientes y grandísimas
de tanto agarrar el cielo y los andenes.
Los atrapados por asuntos perdidos,
los que piensan que no todo ha sido en vano
y los que buscan y no encuentran, pero siguen buscando.

Me encantan los hombres temerosos y valientes,
los que se acuerdan las canciones de la infancia
y los que nunca abandonaron al niño que fueron.
Los que jamás hablan mal de las mujeres que los dejaron,
los leales a su generación, a su rostro, a su impulso,
los empecinados y frágiles bandidos generosos,
los que dibujan bigotes en las fotos de los diarios
y los que comen los helados como si fueran un premio.

Me agradan mucho los hombres procaces,
los que recuerdan a sus hembras por su olor y sus orgasmos,
los que le miran el culo a las mujeres de los otros,
los que piensan por qué no se acostaron con su prima
y los que sueñan con morirse de un polvo alucinado.

Me gustan los hombres animales,
por ejemplo, los hombres caballo,
los hombres cien-pies, los hombres nictálope,
me gustan los que crujen como brasas desnudas
y los que dejan gotitas de humor en las esquinas.

Me gustan esos hombres.
Yo amo a esos hombres porque son como el agua.
Desordenados. Y frescos. Y volvedores.

 
Raimundo Rosales
Saavedra – 1954
 
 

la rosa colorada

 

A su espinoso mundo sometida,
vive y muere la rosa colorada:
su pura soledad, qué bien guardada!,
su bandera de amor, qué defendida!

Guerra, pero entre dardos florecida;
cielo, mas al arrimo de la espada,
si hasta la rosa llega tu mirada,
no se le atreve al fin tu mano herida.

Miel indefensa, corazón desnudo
que a todo viento, si es de amor, te inclinas,
falto a la vez del arma y del escudo,

busca ya la milicia cuidadosa!
Y que, mortificado en tus espinas,
te valga la prudencia de la rosa.
 

Leopoldo Marechal
Argentina – 1900-1970
 
 
  

llego la noche

 

Es la noche -dijiste- pon tu espejo
debajo de la almohada al acostarte
y en él verás, si sueñas, el reflejo
de la mujer que nunca ha de olvidarte.

Llegó la noche al fin. Bajo la almohada,
recordándote, amada,
puse el cristal revelador. De suerte
que soñé con la muerte.

Leopoldo Marechal
Argentina – 1900-1970
 
 

mito mío

 
Mito
mito mío
acorde de luna sin piyamas
aunque me hundas tus psíquicas espinas
mujer pescada poco antes de la muerte
aspirosorbo hasta el delirio
tus magnolias calefaccionadas
cuanto decoro tu lujosísimo esqueleto
todos los accidentes de tu topografía
mientras declino en cualquier tiempo
tus titilaciones más secretas
al precipitarte
entre relámpagos
en los tubos de ensayo de mis venas

Oliverio Girondo
Argentina  1891-1967

 
 


mujer mía y no mía

 
Algún día encontraré una palabra
que penetre en tu vientre y lo fecunde,
que se pare en tu seno
como una mano abierta y cerrada al mismo tiempo.

Hallaré una palabra
que detenga tu cuerpo y lo dé vuelta,
que contenga tu cuerpo
y abra tus ojos como un dios sin nubes
y te use tu saliva
y te doble las piernas.

Tú tal vez no la escuches
o tal vez no la comprendas.
No será necesario.
Irá por tu interior como una rueda
recorriéndote al fin de punta a punta,
mujer mía y no mía,
y no se detendrá ni cuando mueras.

Roberto Juarroz
Buenos Aires -1925-1995

 
 

agujeros azules

 
Me siento morir en ti, atravesado de espacios
que crecen, que me comen igual que mariposas hambrientas.
Cierro los ojos y estoy tendido en tu memoria, apenas vivo,
con los abiertos labios donde remonta el rio del olvido.
Y tu, con delicadas pinzas de paciencia me arrancas
los dientes, las pestañas, me desnudas
el trebol de la voz, la sombra del deseo,
vas abriendo en mi nombre ventanas al espacio
y agujeros azules en mi pecho
por donde los veranos huyen lamentándose.
Transparente, aguzado, entretejido de aire
floto en duermevela, y todavía
digo tu nombre y te despierto acongojada.
Pero te esfuerzas y me olvidas,
yo soy apenas la burbuja
que te refleja, que destruirás
con sólo un parpadeo.
 
Julio Cortázar
Argentino -1914-1984
 
 

para leer en forma interrogativa

 
Has visto
verdaderamente has visto
la nieve los astros los pasos afelpados de la brisa
Has tocado
de verdad has tocado
el plato el pan la cara de esa mujer que tanto amas
Has vivido
como un golpe en la frente
el instante el jadeo la caída la fuga
Has sabido
con cada poro de la piel sabido
que tus ojos tus manos tu sexo tu blando corazón
había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez.

Julio Cortázar

Argentino -1914-1984
 
 


tu voz…

 
Tu voz está oscura
de besos que no me diste/
de besos que no me das/
la noche es polvo de este exilio/

tus besos cuelgan lunas
que hielan mi camino/ y
tiemblo
debajo del sol/

Juan Gelman

Argentina- 1930

 
 
 

demasiado temprano

 
 
Desperté demasiado temprano
y comencé a pensar en lo eterno,
pero no en la gran eternidad de los rezos
sino en las pequeñas eternidades olvidadas.

La parte que no fluye del río,
aquello de la ciudad que siempre calla,
el lugar que no duerme en tu cuerpo dormido,
aquello que no despierta en mi cuerpo despierto.

Sentí entonces que las pequeñas eternidades
son preferibles a la gran eternidad.

Y no pude volver a dormirme.

Roberto Juarroz
Buenos Aires -1925-1995
 


así es así es

 

Es buena y bella como el mar
Es oscura anterior rostros de mi silencio
Ella es inmensa bajo el sol
en la noche crepita su profundo animal
Tierra sin descubrir
no tenés nombre todavía

Juan Gelman
Argentina- 1930

 


un arte más feliz

 

Con pie de pluma recorrí tu esfera,
mundo gracioso del esparcimiento; 
y no fue raro que jugara el viento
con la mentira de mi primavera.

Dormido el corazón, extraño fuera
que hubiese dado lumbre y aposento
al suplicante amor, cuyo lamento
llama de noche al corazón y espera.
 

Si fría el alma y agobiado el lomo,
llegué a tu soledad reveladora
con pie de pluma y corazón de plomo,

deja que un arte más feliz asuma,
gracioso mundo, y que te busque ahora
con pie de plomo y corazón de pluma!

Leopoldo Marechal
Argentina – 1900-1970
 
 

 


en el desierto de mi deseo de ti

 

Me he acostumbrado a beber la noche lentamente,
porque sé que la habitas, no importa dónde,
poblándola de sueños.

El viento de la noche abate estrellas temblorosas en
mis manos, que aún no se conforman, viudas inconsolables
de tu pelo.

En mi corazón se agitan los pájaros que en él sembraste
y a veces les daría la libertad que exigen
para volver a ti, con el helado filo del cuchillo.

Pero no puede ser. Porque estás tan en mí, tan viva
en mí, que si me muero a ti te moriría.

Juan Gelman
Argentina- 1930
 
 


corazones

 
Hay corazones sin dueño,
que no tuvieron nunca la oportunidad
de regir como un péndulo casi atroz
el laborioso espasmo de la carne.
Hay corazones de repuesto,
que esperan sabiamente
o por quién sabe qué mandato
el momento de asumir su locura.
Hay corazones sobrantes,
que se descuelgan como puños de contrabando
desde la permanente anomalía
de ser un corazón.
Y hay también un corazón perdido,
una campana de silencio,
que nadie sin embargo ha encontrado
entre todas las cosas perdidas de la tierra.
Pero todo corazón es un testigo
y una segura prueba
de que la vida es una escala inadecuada
para trazar el mapa de la vida.

Roberto Juarroz

Buenos Aires -1925-1995